Y ahora llega la hora de los agradecimientos, con los cuales me quedo siempre corta (pero que siento muy profundamente y no quiero dejar de decirlo).
A mis viejos por su inmensísimo aguante y ayuda en todo. También a mi novio, su mamá Marcela y su hermana Abril, que además de diseñar maravillosamente mi librito también estuvo presente en la puerta ayudándome un montón. Ustedes tres están siempre conmigo, siempre muy cerca. Gracias.
A mi amiga y colega Salua Gavilanes, que me ayudó muchísimo en bambalinas cuidando y sosteniendo a los chiquis, y también Cecilia Kordic que además de ser infinitamente dulce los cuidó también como si fueran suyos.
Sin palabras para el genial fotógrafo, músico y amigo Ludivan Ludivan.
A la abuela de Cami, Carmen Solari, que nos regaló los preciosísimos Mozartitos increíbles, no puedo creer el esfuerzo y el trabajo que llevó hacer cada uno.
A cada uno de los mamás y papás y a mis alumnos increíbles, no pudieron estar más geniales, colaboradores, dulces en todo.
Los quiero con toda mi alma.
Gracias otra vez.