Desde hace muchos años en mis clases de piano es moneda corriente el famoso “té de amor”, un té con el ingrediente secreto del mucho cariño musichiquil, que, según cuentan lxs mismxs alumnitxs, es “más rico” que el de cualquier casa (¡alguna vez algún chiquito se ha llevado saquitos de té de la clase, para replicar esa “magia”!).
Siempre nos acompaña, especialmente cuando trabajamos mucho, o cuando hace frío, o cuando hay un poquito de sueño, o simplemente por mimos, al estilo británico, té porque sí, para acompañarnos, para disfrutar de algo rico en compañía de la música y querernos.
Lucy, de 6, disfruta de estos particulares tecitos desde sus 4 años, y ya sabía del “té de amor” por su hermano Nahuel, que también asistía a clases.
Hace unos días, al salir de clase y encontrarse con la alumna siguiente, me quiso preguntar al oído: “seño ¿a las otras nenas también les hacés tecito?”…
me encanta que lxs chicxs se sientan tan contenidxs, amadxs y tan únicxs para su maestra, tan únicxs en piano. Inventar ocasiones para que se sientan así de especiales.